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lunes, 27 de mayo de 2019

LOS PASAJES PARALELOS



LOS PASAJES PARALELOS


DEFINICIÓN

No siempre el contexto aporta luz para la mejor comprensión de un texto. Puede suceder que éste se encuentre aislado, sin conexión con lo que le antecede o le sigue. Es lo que vemos en la mayor parte de los textos de Proverbios, pues con la excepción de algunas secciones cuyo contenido gira en torno a temas concretos (las malas compañías, 1:10-19; la Vida de piedad, 3:1-12; la sabiduría, 3:13-4:27; 8:1-9:18; las exhortaciones contra la impureza, 5:1-23; 6:20-7:27; la amonestación al rey, 31:2-9; y el elogio de la mujer virtuosa, 31:10-31), el resto del libro está compuesto de máximas y sentencias discontinuas.

Algo análogo acontece con determinadas porciones de Eclesiastés y del Cantar de los Cantares. En el resto de las Escrituras, aunque con menos frecuencia, también hallamos pasajes inconexos. En tales casos, es inútil trabajar en el contexto. La ayuda hemos de buscarla en los pasajes paralelos, es decir aquellos que en otros lugares de la Biblia se refieren al mismo hecho histórico, a la misma doctrina o a una enseñanza, exhortación o tema semejante. En estos pasajes paralelos generalmente hallamos ayuda no sólo para entender mejor el texto que tratamos de interpretar, sino también para obtener una perspectiva más amplia tanto de su significado como de sus aplicaciones.

Sírvanos de ilustración el texto de Lucas 14:26, que ya comentamos al ocupamos del uso de modismos. Entonces vimos el significado del verbo «aborrecer» a la luz del usus loquendi. Pero el pasaje de Mat. 10:37 deja perfectamente clara la cuestión: «el que ama padre o madre más que a mí no es digno de mí». Así, pues, «aborrecer» en el texto de Lucas equivale a amar menos, con la consecuencia lógica de que si la familia es hostil a Cristo (véase el contexto de Mat. 10:34-39), el discípulo de Jesús ha de optar por la lealtad a su Maestro, aun si en casos extremos ello significa la ruptura de la comunión familiar.

En el estudio de paralelos es aconsejable seguir un orden:

1. Buscarlos primeramente en el mismo libro, si los hay, o en los escritos del mismo autor. Si, por ejemplo, nos ocupamos de un texto de Pablo sobre la fe, recurriremos a los paralelos que pueden hallarse en sus cartas antes de pasar a otros en la epístola a los Hebreos o en la de Santiago, donde el enfoque conceptual puede ser diferente.

2. Dar prioridad a los que aparezc.an en Libros o secciones que tratan de iguales temas o de cuestiones afines. Así tendrán preferencia los paralelos de los evangelios cuando se trate de .un texto de cualquiera de ellos; los de Romanos cuando se estudien textos de Gálatas; los de Efesios si se interpreta un pasaje de Colosenses, y los de 2 Pedro, o algunos capítulos de las cartas pastorales en el caso de una porción de la epístola de Judas.

3. De modo parecido se establecerá un grado de prelación en cuanto a los paralelos que se hallen en libros o pasajes de un mismo 'género literario. Para un texto narrativo, normalmente serán preferibles paralelos de otras narraciones: para una porción poética, los que se hallen en los Salmos; para una de carácter profético o escatológico, los correspondientes en libros de este tipo; para porciones doctrinales, los de las grandes exposiciones de ese carácter contenidas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Sin embargo, el orden apuntado no ha de ser absoluto, y menos aún exclusivo. El texto que se halla en una narración puede tener hermosos paralelos en la literatura de carácter poético y viceversa.

Recuérdese la conexión luminosa entre algunos salmos y los hechos históricos que los inspiraron. Y la relación entre lo doctrinal, lo profético, lo escatológico y lo hortatorio puede ser tan estrecha que cualquier delimitación resulte mero artificio. Por ello, podrán encontrarse paralelos correctos en textos de los más diversos géneros. Con todo, el orden señalado no debe subestimarse, pues responde a una realidad lógica.

La comparación de paralelos es especialmente útil en el caso de hechos que se narran en dos o más libros de la Biblia o en diferentes pasajes del mismo libro. En el Antiguo Testamento los hallamos en el Pentateuco: no pocos relatos de Éxodo y Números reaparecen en Deuteronomio. Los libros de Crónicas refieren acontecimientos registrados en los de Samuel y Reyes. En el Nuevo Testamento abunda el paralelismo de este tipo en los evangelios, especialmente en los sinópticos. La conversión de Saulo aparece tres veces en los Hechos de los Apóstoles (caps. 9:1-19; 22:6-11; 26: 12-18) y los datos biográficos sobre Pablo contenidos en el mismo libro son complementados por las notas autobiográficas que aparecen en algunas de sus cartas. En el caso de las narraciones de los evangelios, una «armonía» de los mismos resulta valiosa, pues de modo claro presenta en sendas columnas los textos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Aunque generalmente el cotejo de paralelos contribuye a iluminar un texto o a resolver los problemas que la interpretación de éste puede plantear, a veces en la comparación surgen problemas nuevos, ya que se observan discrepancias que, al menos de momento, más bien son causa de perplejidad.

Estas dificultades no son en muchos casos difíciles de resolver si se tiene en cuenta la naturaleza de los textos bíblicos, en especial de las narraciones. Ninguno de los autores pretende ser exhaustivo. Aun tratándose de testigos oculares, cada uno escoge unos detalles y omite otros. El cuadro que presenta suele ser parcial. A menudo lo que uno omite es incluido en el testimonio de otro. Y cada uno destaca lo que más le ha llamado la atención o lo que considera más adecuado al propósito narrativo, sin excesiva preocupación por la rigurosidad en la mención de todos los personajes que intervienen en un acontecimiento, en la consignación de todas sus palabras o en la escrupulosa anotación de todos los pormenores. Los diversos relatos sobre la resurrección de Jesús son una ilustración de lo que decimos.

En la mayoría de los casos es factible «armonizar» las discrepancias ahondando en la investigación hasta el punto de poder Formular conjeturas perfectamente plausibles. Cuando no se hallen soluciones satisfactorias, se observará que el problema .en ningún caso afecta lo más mínimo a lo esencial de los pasajes comparados. Superadas las diferencias o aparentes discordancias, los paralelos seguirán enriqueciendo el estudio del texto.

EL PARALELISMO PUEDE SERVIR PARA DETERMINAR EL SIGNIFICADO DE UNA PALABRA. Esto se aplica especialmente al paralelismo sinónimo y al antitético. En el Salmo 7:13 leemos: «Asimismo ha preparado armas de muerte», que es aclarado por:
«Y ha labrado saetas ardientes». En Isaías 46:11, el Señor dice que llama «desde oriente al ave» y luego lo explica en el paralelismo: «y de tierra lejana al varón de mi consejo».

Asimismo en 2 Timoteo 2:13 Pablo afirma que Dios «permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo». La primera expresión explica la segunda, lo cual en Lucas 9:23 significa sacrificar los placeres y los intereses personales. En Proverbios 8:35 se lee:

«El que me halle, hallará la vida», pero en la oración antitética paralela, en el versículo siguiente se añade: «Mas el que peca contra mí, defrauda su alma». La primera explica la segunda y muestra claramente que el verbo jata’ (pecar) en este pasaje se usa de acuerdo a su significado original, es decir, «no dar en el blanco». Por tanto, una traducción alterna podría ser «más el que no da conmigo».

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