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lunes, 27 de mayo de 2019

CLASIFICACIÓN DE LOS PASAJES PARALELOS



CLASIFICACIÓN DE LOS PASAJES PARALELOS

a. PARALELOS VERBALES
Ocurre cuando la misma palabra aparece en una conexión similar o con referencia al mismo asunto general. Ejemplos: En Colosenses 1: 16 leemos: pues por El fueron creadas todas las cosas. Hay otro pasaje en que la obra creadora se atribuye a Cristo, a saber: Juan 1: 3, Hebreos 1: 10.

b.-En Efesios 1: 7 se señala que la redención se obtiene por medio de la sangre de Cristo. Esta misma verdad se repite en Colosenses 1: 14. En Hebreos 10: 14 se indica que mediante la ofrenda del cuerpo de Cristo se ha obtenido la perfección o la remisión de los pecados; esta interpretación se confirma con Hebreos 10: 18.

 PARALELOS DE PALABRAS

Son aquellos pasajes similares en los cuales la semejanza o identidad no consiste en palabras o frases, sino en hechos, sucesos o asuntos o también en doctrinas. Ejemplos de pasajes paralelos de acontecimientos o sucesos.

a.- El acontecimiento: El ungimiento de Jesús en Betania: Juan 12: 1-8; Marcos 14: 3-9; Mateo 26: 6-13
b.- Acontecimiento: Jesús calma la tempestad: Mateo 8: 23-27; Marcos 4: 35-41; Lucas 8: 22-25
c.- Acontecimiento: La transfiguración de Jesús: Marcos 9: 2-13; Mateo 17: 1-13; Lucas 9: 28-36.

Nota: Para sacar provecho a los pasajes paralelos de acontecimientos o sucesos, se recomienda usar varios ejemplares de la Biblia, lo que le permitirá abrir al mismo tiempo las diferentes referencias bíblicas, a fin de hacer las debidas comparaciones, para lograr el cuadro completo de los detalles del suceso.

b. PARALELOS CONCEPTUALES

Los paralelos conceptuales existen donde hay correlación de hechos o de ideas, a pesar de que éstos se expresen con diferentes palabras. Este tipo de paralelismo lo podemos ver en He 2 y Fil. 2:2; en ambos, el tema es la humillación de Cristo. O en Rom. 3:24-26 y Heb. 9:11-10:14, cuyo contenido esencial es la redención por la muerte expiatoria de Cristo.

1. PARALELOS DE IDEAS

Paralelos de palabras o frases impropiamente denominados de este modo. Pueden ser considerados como paralelos impropios los que no tienen expresiones o palabras iguales, sino sinónimas.
Aquellos casos en que una expresión es más completa en un pasaje que en otro, pueden también catalogarse dentro de esta clasificación. Ejemplos: En 2 Samuel 8:18 leemos: «… y los hijos de David eran los cojanim» (que se traduce generalmente como sacerdotes). Gesenius afirma que esta palabra significa siempre sacerdotes, pero Fuerst replica que puede significar príncipes o prefectos, en el significado político.

Esta última opinión encuentra apoyo en el pasaje paralelo de 1 Crónicas 18:17, donde en una enumeración similar a la de 2 Samuel 8, leemos: … y los hijos de David eran los príncipes (ri’shonim). En el evangelio de Mateo 8:24 leemos: «y he aquí que se levantó un gran seismos».

En griego, esta palabra significa «terremoto», pero el contexto parece indicar algo diferente, y esto lo confirman los pasajes paralelos de Marcos 4:37 y Lucas 8:25, donde se usa la palabra lailaps, que significa «gran tempestad de viento». Asimismo, en Hebreos 1:3 leemos: «… habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo» (di’ heautou). (Variante textual del Texto Mayoritario.)

Esta expresión cargada de significado, di’ heautou, la explica el pasaje paralelo de Hebreos 9:26, que dice: «… por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado». En la edición inglesa, después de este párrafo, el autor ofrece un ejercicio de investigación etimológica. Hemos incluido una adaptación de dicho ejercicio para propósitos de referencia.

Ejercicio: Determine el significado de las siguientes palabras según la relación en que se encuentran y con la ayuda de los recursos internos que fueron mencionados: οἰκία (casa) 2 Corintios 5:1; πίστις (fe) Hebreos 11:1; καταπέτασμα (velo) Hebreos 10:20; ἐπελεύσεται ἐπὶ σὲ (vendrá sobre ti) Lucas 1:35; (los cimientos del mundo) Salmo 18:15; Ἰουδαῖος (judío) Romanos 2:28–29; ἐγένετο (fueron hechas) Juan 1:3, compárese con Colosenses 1:16; (ponen … en llamas) Proverbios 29:8; στοιχεῖα τοῦ κόσμου (los rudimentos del mundo) Gálatas 4:3, compárese con el v. 9; τὰ κρυπτὰ τοῦ σκότους (lo oculto de las tinieblas) 1 Corintios 4:5; σὰρξ καὶ αἷμα (carne y sangre) 1 Corintios 15:50; compárese Mateo 16:17 con Gálatas 1:16. Berkhof, L. (2005). Principios de interpretacion biblica. Translation of: Principles of Biblical interpretation. (77). Grand Rapids, Michigan: Libros Desafio.

2. PARALELOS DE ENSEÑANZAS GENERALES

Como un fin apropiado a esta parte de nuestro asunto, hacemos aquí algunas sugestiones acerca de la analogía de la f e. "Podemos definirla como aquella regla general de doctrina que es deducida, no de dos o tres pasajes paralelos, sino de la armonía de todas las partes de las Escrituras que tratan de los puntos fundamentales de fe y práctica. La analogía de la fe está basada en dos principios fundamentales: primero, que "todas las Escrituras han sido dadas por inspiración divina," y  constituyen, por lo tanto, un todo consistente, ninguna de cuyas partes puede ser interpretada en contradicción con el resto; segundo, que las verdades a que la Palabra de Dios da la mayor prominencia, y que inculca en la más grande variedad de formas, han de ser las de mayor importancia. Así comprendida, la analogía de la fe es una guía segura para la comprensión del significado del Libro Inspirado.

El que la siga ha de estudiar toda la Palabra de Dios inteligentemente y en oración, y no ciertas partes especiales de ella solamente; puesto que es de toda la Biblia de donde tomamos el sistema de Revelación Divina en su justa y completa proporción. "Si vamos a las Escrituras con opiniones preconcebidas y nos sentimos más deseosos de dar al texto el sentido que coincide con nuestras opiniones, más bien que el que coincide con la verdad, entonces se convierte en la analogía de nuestra fe, y no en la analogía de todo el sistema." Además, el que sigue la verdadera analogía de la fe, no permitirá que ninguna doctrina que pertenezca al tenor de la Revelación Divina sea debilitada o echada a un lado en interés de otra doctrina también bíblica.

Las Escrituras enseñan, con gran frecuencia y claridad, por ejemplo, que los hombres son salvados, no por el mérito de sus obras, sino simplemente por la libre gracia de Dios por medio de la Se en Cristo. También enseñan con igual frecuencia y claridad, que sin arrepentimiento y obediencia a la ley divina, no hay salvación. Estas dos declaraciones no son contradictorias, sino que se suplementan mutuamente; porque simplemente presentan dos lados del mismo plan de salvación. Sin embargo, pudiera sucede r que a algún estudiante bíblico le fuera imposible conciliar, de una manera lógica, dos declaraciones como las siguientes: "Concluimos pues que el hombre es justificado por fe, aparte de las obras legales" Rom. 3:28); "No todo aquel que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; sino el que hiciese la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mat. 7:21). ¿Qué hemos, pues, de aconsejarle que haga? Es bien claro que su primer deber es recibir y sostener ambas doctrinas.

Después puede tratar de reconciliarlas de una manera lógica; pero si fracasa en esta obra, no debe negar una doctrina, o desmeritar su importancia, en interés de la otra. El mismo principio es aplicable a otras muchas dificultades doctrinales, cuya enumeración no es necesario que hagamos aquí. Finalmente, un verdadero respeto a la analogía de la fe hará que nuestro sistema de creencia y práctica sea completa, y bien proporcionada en todas sus partes. Cada declaración de la Palabra de Dios ha de ser recibida en espíritu de re verencia y obediencia. Pero por cuanto que las Escrituras insisten más en unas doctrinas que en otras, lo justo es que, en este respecto, aceptemos la guía del Espíritu Santo. El anhelo de todo fiel creyente debe ser dar a cada doctrina y precepto de la Revelación el lugar y la prominencia que se le asigna en la Biblia. Y sobre todo, ha de tener especial cuidado en evitar que los pasajes oscuros y dudosos de las Escrituras sean interpretados en forma tal que vengan a contradecir las más claras enseñanzas de la Palabra Inspirada.

El estudio práctico de la Biblia, esto es, su estudio como "útil para enseñanza, para reprensión, para corrección, para instrucción en justicia," se resume en una gran parte a la comparación de una Escritura con otra Escritura, y especialmente a la comparación de paralelismos doctrinales. Todo lo que la Biblia enseña desde el Génesis hasta Revelación con respecto a la personalidad y atributos de Dios, su gobierno providencial, la persona y oficios ale Cristo y el camino de la salvación por él, el destino final de los justos y de los injustos, todo debiera ser diligentemente comparado, a fin de que del todo podamos obtener un más completo y bien proporcionado sistema de fe y práctica, según se encuentra contenido en las páginas de la Inspiración. Mientras dejemos de hacer semejante cosa, nuestra concepción de la verdad divina será defectuosa y desproporcionada. La solemne amenaza que se hace con respecto al último libro de la Biblia es también aplicable a toda la Revelación: "Si alguno pus adición a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro: y si al, uno quitase de las palabras de esta profecía, quitará Dios su parte del libro de la vida, y de la ciudad santa y (le las cosas que están escritas en este libro. Rev. 22:18, 19.

3. PARALELOS SINÓNIMOS

Presentamos aquí algunos pasajes en los cuales las diferentes líneas o miembros presenten el mismo pensamiento con ligeras alteraciones en la forma de expresión.

Especificaremos tres clases de paralelos sinónimos:
a) IDÉNTICO. Se llama así cuando los diferentes miembros se componen de las mismas o casi las mismas palabras:  Enlazado eres con las palabras de tu boca, Y preso con las razones de tu boca (Prov. 6:2).
Alzaron los ríos, oh Jehová, Alzaron los ríos su sonido; Alzaron los ríos sus ondas (Salmo 93: 3).

b) SIMILAR, cuando el sentimiento es, substancialmente el mismo pero el lenguaje y las figuras son diferentes: Porque él la fundó sobre los mares, Y afirmóla sobre los ríos (Salmo 24.: 2).

¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba?  ¿Muge el buey junto a su pasto? (Job. 6: 5).

c) INVERTIDO se llama cuando existe una inversión o trasposición de palabras o sentencias, de manera que se cambia el orden del pensamiento: Los cielos cuentan la gloria de Dios Y la obra de sus manos denuncia la expansión. (Salmo 19:1)

No guardaron el pacto de Dios
Ni en su ley quisieron andar (Salmo 78:10).

4. PARALELOS SINTÉTICOS

El paralelismo sintético o constructivo consiste, según la definición de Lowth, "sólo en la firma de construcción, en la que una palabra no responde a otra ni una sentencia a otra sentencia, como equivalentes u opuestas; pero hay una correspondencia e igualdad entre diferentes proposiciones con respecto a la forma y giro de toda la sentencia y de las partes constructivas, tales como el nombre respondiendo al nombre, el verbo al verbo, el miembro al miembro, la negación a la negación, la interrogante a la interrogante". Deben notarse dos clases de paralelos sintéticos:

a) CORRESPONDIENTE, es cuando existe una correspondencia formal e intencional entre sentencias relacionadas, como en el ejemplo siguiente tomado del Salmo 27:1, donde la primera línea corresponde con la tercera y la segunda con la cuarta:
Jehová es mi luz y mi salvación,
¿De quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida
¿De quién he de atemorizarme?

Este mismo estilo de correspondencia se nota en el siguiente paralelismo antitético compuesto:

Avergüéncense y sean confundidos a una Los que de mi mal se alegran, Vístanse de vergüenza y de confusión Los que se engrandecen contra mí. Canten y alégrense Los que se deleitan en, mi justicia Y digan siempre: Sea ensalzado Jehová, Que ama la paz de su siervo (Salmo 35:26-17)

b) ACUMULATIVO, cuando hay una culminación de sentimiento que corre a través de los paralelos sucesivos; o cuando existe una constante variación de palabras y de pensamientos por medio de la simple acumulación de imágenes o de ideas:

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo [malos Ni estuvo en camino de pecadores Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia Y en su ley medita de día y de noche (Salmo 1:1-2).

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, Llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino Y el hombre inicuo sus pensamientos;

Y vuélvase a Jehová, quien tendrá misericordia de él; Y al Dios nuestro, quien será amplio en perdonar. (Isaías 55:6-7).

Pero aparte de toda forma artificial, el idioma hebreo en sus palabras, frases idiomáticas, conceptos vívidos y poder pictórico posee una simplicidad y belleza notables. Aun en su conversación ordinaria ocurren frecuentemente las sentencias patéticas, las exclamaciones sublimes y las profundas sugestiones. ¡Cuán a menudo ocurre en la simple narración la expresión (que en hebreo es una palabra) "he aquí"! ¡Cuán gráficamente se describen aun el proceso y el orden de la acción, en pasajes como los siguientes:

"Levantó Jacob sus pies y fuese a la tierra de los hijos del Oriente". (Gén. 29:1). "Alzó su voz y lloró... Y así que oyó Laban las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirle y abrazarlo y besólo y trájole a su casa" (v. 11-13). "Y alzando Jacob sus ojos, miró y -¡he aquí!- venía Esaú". (Gén. 33:1) .

Por otra parte, hay muchos pasajes donde alguna elipsis notable vigoriza la expresión: "...ahora, pues, porque no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y coma, y viva para siempre, y sacóle Jehová, del huerto del Edén" (Gén. 3:22). "¡Vuélvete, oh Jehová, ¿hasta cuándo?" (Salmo 90:13) . El esfuerzo de los traductores ingleses por suplir la elipsis del Salmo 19:3-4, estropea el verdadero significado. Dicen ellos: "No hay dicho ni lenguaje donde su voz no sea oída". La versión castellana, fiel al hebreo, es mucho más expresiva, dándonos a entender que aunque los cielos no tienen lenguaje o voz audible, tales como los que el hombre usa, sin embargo han sido extendidos, como un hilo de medir, sobre la superficie de toda la tierra y, aunque mudos, poseen sermones para las almas reflexivas en todas partes del mundo habitable. Incumbe a la Hermenéutica Especial el reconocer la forma retórica y distinguir el pensamiento esencial del modo de expresión en que puede presentárselo. No es la expresión literal sino la enajenación espiritual congénita lo que nos capacita para comprender la fuerza de un pasaje tal como Deut. 32:22: Porque fuego se encenderá en mi furor, Y arderá hasta lo profundo del Sheol; Y devorará la tierra y sus frutos Y abrazará los fundamentas de los montes.

El lenguaje impresionante de Zacarías 11:1-2, no pierde nada del poder de impresionar por el hecho de que el discurso se dirija a las montañas y los árboles como si fuesen seres conscientes: ¡0h Líbano, abre tus puertas y el fuego queme tus cedros!  ¡Aúlla, oh haya, porque el cedro cayó, los magníficos son [talados!  ¡Aúlla, oh haya, porque el cedro cayó, los magníficos son [derribado!

No hay para qué suponer que en la calamidad anunciada por este oráculo ni un solo cedro del Monte Líbano ni un alcornoque de Basán fuesen destruidos. El lenguaje es el de las imágenes poéticas, adaptado a producir impresiones y a transmitir la idea de una extensa ruina, pero sin tener nunca la intención de ser entendido literalmente. Y lo mismo pasa con las sublimes descripciones dé Jehová que se hallan en los Salmos y los Profetas, su inclinarse a mirar desde los cielos y descender con una nube debajo de sus pies; su cabalgar sobre un querubín y el hacerse visible en las alas del viento (2 Sam. 22:10 -11; compare con el Salmo 18:9-10; Ezeq. 1:13-14; su estar de pie y medir la tierra; su cabalgar en caballos y andar en carrozas de salvación, con rayos procedentes de sus manos y el resplandor de su fulgente lanza asombrando al sol y a la luna en los cielos (Hab. 3:4, 6, 8, 11); todos estos pasajes y otros semejantes a ellos no son más que descripciones poéticas de la potencia y la majestad de Dios en su administración providencial del mundo. Las figuras especiales de lenguaje usadas en tales descripciones se discutirán en los capítulos siguientes.

5. PARALELOS ANTITÉTICOS.

Bajo esta división cae todo pasaje en el cual hay contraste u oposición de pensamiento presentado en las diferentes sentencias. Esta clase de paralelismo abunda, especialmente, en el libro de Proverbios, por el hecho de adaptarse particularmente para e xpresar máximas de sabiduría proverbial. Hay dos formas de paralelismo antitético:

a) SIMPLE, cuando el contraste se presenta en un solo dístico de sentencias simples: La justicia engrandece la nación Pero el pecado es afrenta de las naciones. (Prov. 14.: 34 ) .
La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces. (Prov. 15:2) .
Porque un momento será su furor Mas la boca de los necios hablará sandeces. (Prov. 15:2) .

b) COMPUESTO, cuando hay dos o más sentencias en cada miembro de la antítesis: El buey conoce a su dueño Y el asno el pesebre de su señor; Israel no conoce, Mi pueblo no tiene entendimiento (Isaías 1:3).

Por un momentito te dejé; Más te recogeré con grandes misericordias.

Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un [momento; Mas con compasión eterna tendré compasión de ti. ( Isaías 54: 7-8 ). Que Dios está comunicando a nosotros. No venimos para imponer en ella nuestras interpretaciones, pensamientos, y conclusiones preformadas, sino somos estudios en los pies de Dios. La caracteriza más importante para el intérprete es que sea un buen estudiante. Esto quiere decir que aprende de Dios y la Biblia, por medio del Espíritu Santo viviendo y guiándole espiritualmente, y no trata de imponer sus conceptos en sus enseñanzas y predicaciones.

Hay varios libros escritos sobre la Biblia que se tratan de asuntos como los años perdidos de Jesús, o el código DaVinci, u otros. Se tratan de asuntos en que la Biblia es silente, como los años entre el nacimiento de Jesús y el principio de su ministerio. Simplemente, la Biblia no especifica que pasó en estos años. Su proposición es de imponer ideas no declaradas en la Biblia en un contexto para que la gente crea en ello. (de las notas de clase del Dr. Mike Stallard, Baptist Bible Seminary -- énfasis suyo).













LOS PASAJES PARALELOS



LOS PASAJES PARALELOS


DEFINICIÓN

No siempre el contexto aporta luz para la mejor comprensión de un texto. Puede suceder que éste se encuentre aislado, sin conexión con lo que le antecede o le sigue. Es lo que vemos en la mayor parte de los textos de Proverbios, pues con la excepción de algunas secciones cuyo contenido gira en torno a temas concretos (las malas compañías, 1:10-19; la Vida de piedad, 3:1-12; la sabiduría, 3:13-4:27; 8:1-9:18; las exhortaciones contra la impureza, 5:1-23; 6:20-7:27; la amonestación al rey, 31:2-9; y el elogio de la mujer virtuosa, 31:10-31), el resto del libro está compuesto de máximas y sentencias discontinuas.

Algo análogo acontece con determinadas porciones de Eclesiastés y del Cantar de los Cantares. En el resto de las Escrituras, aunque con menos frecuencia, también hallamos pasajes inconexos. En tales casos, es inútil trabajar en el contexto. La ayuda hemos de buscarla en los pasajes paralelos, es decir aquellos que en otros lugares de la Biblia se refieren al mismo hecho histórico, a la misma doctrina o a una enseñanza, exhortación o tema semejante. En estos pasajes paralelos generalmente hallamos ayuda no sólo para entender mejor el texto que tratamos de interpretar, sino también para obtener una perspectiva más amplia tanto de su significado como de sus aplicaciones.

Sírvanos de ilustración el texto de Lucas 14:26, que ya comentamos al ocupamos del uso de modismos. Entonces vimos el significado del verbo «aborrecer» a la luz del usus loquendi. Pero el pasaje de Mat. 10:37 deja perfectamente clara la cuestión: «el que ama padre o madre más que a mí no es digno de mí». Así, pues, «aborrecer» en el texto de Lucas equivale a amar menos, con la consecuencia lógica de que si la familia es hostil a Cristo (véase el contexto de Mat. 10:34-39), el discípulo de Jesús ha de optar por la lealtad a su Maestro, aun si en casos extremos ello significa la ruptura de la comunión familiar.

En el estudio de paralelos es aconsejable seguir un orden:

1. Buscarlos primeramente en el mismo libro, si los hay, o en los escritos del mismo autor. Si, por ejemplo, nos ocupamos de un texto de Pablo sobre la fe, recurriremos a los paralelos que pueden hallarse en sus cartas antes de pasar a otros en la epístola a los Hebreos o en la de Santiago, donde el enfoque conceptual puede ser diferente.

2. Dar prioridad a los que aparezc.an en Libros o secciones que tratan de iguales temas o de cuestiones afines. Así tendrán preferencia los paralelos de los evangelios cuando se trate de .un texto de cualquiera de ellos; los de Romanos cuando se estudien textos de Gálatas; los de Efesios si se interpreta un pasaje de Colosenses, y los de 2 Pedro, o algunos capítulos de las cartas pastorales en el caso de una porción de la epístola de Judas.

3. De modo parecido se establecerá un grado de prelación en cuanto a los paralelos que se hallen en libros o pasajes de un mismo 'género literario. Para un texto narrativo, normalmente serán preferibles paralelos de otras narraciones: para una porción poética, los que se hallen en los Salmos; para una de carácter profético o escatológico, los correspondientes en libros de este tipo; para porciones doctrinales, los de las grandes exposiciones de ese carácter contenidas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Sin embargo, el orden apuntado no ha de ser absoluto, y menos aún exclusivo. El texto que se halla en una narración puede tener hermosos paralelos en la literatura de carácter poético y viceversa.

Recuérdese la conexión luminosa entre algunos salmos y los hechos históricos que los inspiraron. Y la relación entre lo doctrinal, lo profético, lo escatológico y lo hortatorio puede ser tan estrecha que cualquier delimitación resulte mero artificio. Por ello, podrán encontrarse paralelos correctos en textos de los más diversos géneros. Con todo, el orden señalado no debe subestimarse, pues responde a una realidad lógica.

La comparación de paralelos es especialmente útil en el caso de hechos que se narran en dos o más libros de la Biblia o en diferentes pasajes del mismo libro. En el Antiguo Testamento los hallamos en el Pentateuco: no pocos relatos de Éxodo y Números reaparecen en Deuteronomio. Los libros de Crónicas refieren acontecimientos registrados en los de Samuel y Reyes. En el Nuevo Testamento abunda el paralelismo de este tipo en los evangelios, especialmente en los sinópticos. La conversión de Saulo aparece tres veces en los Hechos de los Apóstoles (caps. 9:1-19; 22:6-11; 26: 12-18) y los datos biográficos sobre Pablo contenidos en el mismo libro son complementados por las notas autobiográficas que aparecen en algunas de sus cartas. En el caso de las narraciones de los evangelios, una «armonía» de los mismos resulta valiosa, pues de modo claro presenta en sendas columnas los textos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Aunque generalmente el cotejo de paralelos contribuye a iluminar un texto o a resolver los problemas que la interpretación de éste puede plantear, a veces en la comparación surgen problemas nuevos, ya que se observan discrepancias que, al menos de momento, más bien son causa de perplejidad.

Estas dificultades no son en muchos casos difíciles de resolver si se tiene en cuenta la naturaleza de los textos bíblicos, en especial de las narraciones. Ninguno de los autores pretende ser exhaustivo. Aun tratándose de testigos oculares, cada uno escoge unos detalles y omite otros. El cuadro que presenta suele ser parcial. A menudo lo que uno omite es incluido en el testimonio de otro. Y cada uno destaca lo que más le ha llamado la atención o lo que considera más adecuado al propósito narrativo, sin excesiva preocupación por la rigurosidad en la mención de todos los personajes que intervienen en un acontecimiento, en la consignación de todas sus palabras o en la escrupulosa anotación de todos los pormenores. Los diversos relatos sobre la resurrección de Jesús son una ilustración de lo que decimos.

En la mayoría de los casos es factible «armonizar» las discrepancias ahondando en la investigación hasta el punto de poder Formular conjeturas perfectamente plausibles. Cuando no se hallen soluciones satisfactorias, se observará que el problema .en ningún caso afecta lo más mínimo a lo esencial de los pasajes comparados. Superadas las diferencias o aparentes discordancias, los paralelos seguirán enriqueciendo el estudio del texto.

EL PARALELISMO PUEDE SERVIR PARA DETERMINAR EL SIGNIFICADO DE UNA PALABRA. Esto se aplica especialmente al paralelismo sinónimo y al antitético. En el Salmo 7:13 leemos: «Asimismo ha preparado armas de muerte», que es aclarado por:
«Y ha labrado saetas ardientes». En Isaías 46:11, el Señor dice que llama «desde oriente al ave» y luego lo explica en el paralelismo: «y de tierra lejana al varón de mi consejo».

Asimismo en 2 Timoteo 2:13 Pablo afirma que Dios «permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo». La primera expresión explica la segunda, lo cual en Lucas 9:23 significa sacrificar los placeres y los intereses personales. En Proverbios 8:35 se lee:

«El que me halle, hallará la vida», pero en la oración antitética paralela, en el versículo siguiente se añade: «Mas el que peca contra mí, defrauda su alma». La primera explica la segunda y muestra claramente que el verbo jata’ (pecar) en este pasaje se usa de acuerdo a su significado original, es decir, «no dar en el blanco». Por tanto, una traducción alterna podría ser «más el que no da conmigo».

lunes, 20 de mayo de 2019

REGLAS DE INTERPRETACION BIBLICA






REGLAS DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA

Lo primero que nada, debemos entender que uno viene a la Biblia para que por medio de ella descubramos lo que Dios está comunicando a nosotros. No debemos imponer en ella nuestras interpretaciones, pensamientos, y conclusiones preformadas, que es por lo general como nos acercamos a la Biblia. La característica más importante que se requiere para un intérprete bíblico es que sea un buen estudiante, lo que quiero decir es que aprende de Dios y la Biblia, por medio del Espíritu Santo quien nos guía en el proceso de encontrar las respuestas de Dios en su palabra, y no debemos tratar de imponer nuestros conceptos en sus enseñanzas y predicaciones. Para evitar esto vamos a conocer las principales reglas de interpretación.




REGLA 1. OBSERVACIONES GENERALES EN ORDEN DE LENGUAJE BÍBLICO


La Biblia fue escrita en hebreo, arameo y griego; tres idiomas que tienen estructuras y modismos muy diferentes de los nuestros. Por tal razón debemos considerar que la mayoría de errores de interpretación, se deben al desconocimiento de los modismos propios de los idiomas en los que fue escrita la Biblia, un claro ejemplo lo vemos en el libro titulado Hermenéutica de Henry A. Virkler, en el que nos narra que “si fuéramos a traducir la frase inglesa "I love to see old Glory paint the breeze" al español sin reconocer la presencia de los modismos "Old Glory" y "paint the breeze". Traducida al pie de la letra diría: "Me encanta ver la Vieja Gloria pintar la brisa". Sin embargo, una traducción con sentido sería: "Me gusta ver la bandera norteamericana tremolar al viento." "Old Glory" se refiere a la bandera de los Estados Unidos, y "paint the breeze" quiere decir "ondular al toque de la brisa". Lo mismo puede suceder al traducir frases como "endureció Dios el corazón de Faraón", que es un modismo hebreo que significa en ese idioma algo distinto de lo comunicado por la traducción literal.”


Cada cultura adquiere expresiones idiomáticas que es muy conocido dentro de su propio contexto, cuestiones acerca de la vida, de las circunstancias, de la naturaleza, del universo, de costumbres. La función del intérprete, por ende consiste en transmitir un mensaje de forma válida de una cultura a otra, es decir, debemos primero entender qué significa esa palabra o esa expresión dentro del contexto del autor, para a así poder aplicarlo a nuestro contexto.





La hermenéutica es necesaria, para que podamos entender los abismos que existen tanto en el ámbito, cultural, histórico y lingüístico que no nos permiten tener una exacta interpretación de la Palabra de Dios. Muchos no les gusta realizar una interpretación a fondo de la Escritura, ya que esta exige un ponderado conocimiento de las lenguas en que sus libros fueron escritos, pues ninguna traducción puede expresar toda la plenitud de matices de los textos originales. Los grandes exegetas bíblicos son definitivamente verdaderos lingüistas que dominan el hebreo, el arameo y el griego.



Gracias a la tecnología ya no se precisa ser tan especialista en filología semítica o clásica, pero si es muy importante que tengamos conocimientos en los idiomas bíblicos, puesto que nos ayudarán en el momento de traducir o interpretar. existen muchas herramientas herramientas que usted las puede conocer haciendo clic aqui



El idioma hebreo, esta lengua está escrito todo el Antiguo Testamento, con excepción de algunas porciones escritas en arameo (Esd. 4:8-6:18; 7: 12-26' Jer. 10:11 y Dn. 2:4b-7:28). Pertenece el hebreo al grupo de lenguas semitas, más concretamente a la rama cananea, lo que explica su estrecha relación con las lenguas y gramática, fenicia, moabita y edomita. Se distingue por su plasticidad. El pensamiento hebreo no era abstracto, como el de los griegos, sino concreto. Lo inmaterial a menudo se expresa por medio de lo material; el sentimiento, mediante la acción, y la acción, mediante el instrumento. De ahí el uso frecuente de antropomorfismos. Estas expresiones y muchas otras análogas no son meras metáforas, propias del lenguaje poético en cualquier literatura.



Para los israelitas tenían un significado más literal que para nosotros, ya que ellos no hacían una distinción absoluta entre la naturaleza animada y la inanimada. El mundo natural constituye un todo del que el hombre forma parte (mire Sal. 104:23 a la luz del contexto). En el pensamiento hebreo, el hombre se «naturaliza » y la naturaleza se «personifica». Quizá ello explica que en hebreo no exista el artículo neutro.



Por otro lado, la diferencia entre prosa y poesía no es tan marcada como en otras lenguas, pero la prosa contiene muchas de las cualidades poéticas. Esto debe ser tomado en consideración al interpretar textos del Antiguo Testamento; sobre todo en el momento de decidir sobre la literalidad de un pasaje. Las primeras particularidades que llaman la atención y que distinguen al hebreo de las lenguas indoeuropeas, es que los textos escritos se leen de derecha a izquierda y del final hacia el principio y que todas sus letras son consonantes. Esta última característica llegó a originar problemas en el transcurso del tiempo. En el periodo inter-testamentario el hebreo fue sustituido por el arameo como lengua del pueblo. Pese a ello, la pronunciación de los textos sagrados era cuidadosamente preservada y transmitida de generación en generación en las sinagogas y escuelas rabínicas, Llegó, sin embargo, el momento en que, a causa de serias discrepancias originadas en sectas del judaísmo (la de los karaítas principalmente), se hizo apremiante la necesidad de fijar de modo definitivo la pronunciación tradicional.



Para conseguir tal propósito, los masoretas judíos introdujeron en sus textos signos que se colocaban encima, dentro o debajo de las consonantes para indicar las vocales. No se sabe a ciencia cierta en qué momento histórico se inició esta labor; pero es evidente que se desarrolló a partir del siglo VI d. de C. -siguiendo el ejemplo de los gramáticos sirios- y se completó en el siglo VIII. Hubo tres sistemas de vocalización: el babilónico, con signos supra-lineales; el palestinense, con signos predominantemente infra-lineales, y el tiberiense. El generalmente usado en los textos impresos del Antiguo Testamento es el último, adoptado y minuciosamente elaborado por los masoretas de la escuela de Tiberias.



Era tan exacto que no sólo indicaba las vocales, sino también su prolongación, su tono, su intensidad gutural…, lo que daba al sistema un valor superior al de las vocales normales de muchas otras lenguas. Su rostro prevaleció en las escuelas y en las sinagogas, si bien no puede asegurarse que correspondiera exactamente a la pronunciación del antiguo hebreo. Otra peculiaridad de esta lengua es que, a pesar de que ya en sus primeras inscripciones las palabras aparecen separadas por un punto, tal separación es más bien irregular en los manuscritos del Antiguo Testamento de fechas tempranas. Esa es la razón por la que algunas versiones difieren a menudo en sus apreciaciones relativas a esa cuestión. Asimismo carecía el hebreo de puntuación, lo que lógicamente también era motivo de numerosas dudas. Para obviar esta dificultad, así como la debida a la irregularidad en la separación de las palabras, los masoretas establecieron igualmente signos adecuados para la lectura correcta del texto.



El vocabulario del hebreo bíblico se distingue por su limitación, que contrasta con la riqueza de términos de las lenguas europeas. Es particularmente notable la escasez de adverbios, adjetivos y nombres abstractos, deficiencias que se suplen mediante frases preposicionales y verbos auxiliares, por la aposición de genitivos descriptivos y por medio de otros recursos gramaticales. La gramática hebrea no se ajusta a la estructura de las lenguas greco-latinas. Es la propia del tipo semítico. Las palabras pertenecen a tres clases de categorías: nombres, que indican realidades concretas o abstractas; verbos, que expresan acción, y partículas, que señalan los diversos tipos de relación entre nombres y verbos. Los nombres, que incluyen los adjetivos y los pronombres, sólo tienen masculino y femenino. Todos los objetos, incluidos los inanimados, aparecen como dotados de vida. Los montes, los ríos y los mares, por ser representativos de majestad y fuerza, son masculinos, y en no pocos textos, personificados.



Los nombres de ciudades, tierras o localidades, considerados como madres de sus habitantes, son femeninos. El plural hebreo a menudo expresa, más que una idea de pluralidad de individuos, la de plenitud, superabundancia o majestad. La primera palabra del Salmo 1 es un nombre en plural. Literalmente habría de traducirse «las bienaventuranzas del hombre », con lo que se quiere exaltar la suprema dicha del hombre que «no anda en consejo de malos...», La palabra «vida» en el Antiguo Testamento está frecuentemente en plural, como en Gén. 2:7. «Sopló en su nariz soplo de vidas» De igual modo, en el versículo 9 hallamos «árbol de vidas». Esta forma de plural tiene una modalidad especial en lo que se ha denominado plural de excelencia, especialmente aplicado al nombre de Dios (Elohim).



El verbo se caracteriza por su raíz triliteral en todos los casos. En su conjugación se distinguen no sólo número y persona, como en español, sino también género. No puede hablarse propiamente de tiempos, sino más bien de estados del sujeto y de lo completo e incompleto de la acción. La idea de pasado, presente o futuro no es inherente a las formas de conjugación. En todo caso, tal idea debe deducirse del contexto. Eso explica la diversidad observada en las versiones del Antiguo Testamento, sobre todo en la traduc ción de los textos poéticos. Así, mientras en la versión de Reina Valera se ha traducido «Jehová es mi pastor, nada me faltará» (Sal. 23:1), en otras se ha optado por el presente: «Nada me falta.. Observación análoga puede hacerse en cuanto al primer versículo del Sal. 1, en el que el verbo ha tomado en las diversas traducciones las formas de «anduvo» o «anda». Esta última forma, en presente, parece más coherente con el versículo que sigue. Este modo de usar los tiempos del verbo posiblemente es exponente de toda una concepción filosófica del tiempo. «Cualquiera que fuese su posición o punto de vista --observa. M. S. Terry-, el orador o escritor parece haber contemplado todas las cosas como si tuviese una relación subjetiva con el objeto de su observación.



El tiempo para él era una serie de momentos (abrir y cerrar de ojos) de carácter continuo. El pasado se introducía siempre en el futuro y el futuro se perdía en el pasado.» Este modo de comprender y expresar los hechos es sumamente valioso para captar la perspectiva gloriosa de las obras de Dios a lo largo de la historia. «La forma de pretérito perfecto -añade Terry- se usa también al hablar de cosas que han de realizarse de modo cierto en el futuro. En tales casos, el acontecimiento futuro se concibe como algo ya consumado; se ha convertido en una conclusión anticipada y un propósito de Dios asegurado. Así, por ejemplo, en el texto hebreo de Gén. 17:20 se lee: «En cuanto a Ismael, también te he oído y he aquí que le he bendecido y le he hecho fructificar y le he multiplicado mucho en gran manera. Todo esto había de realizarse en el futuro, pero aquí es presentado como algo ya concluido. Estaba determinado en el propósito divino, y desde un punto de vista ideal el futuro era visto como algo que ya había acontecido.. Las partículas o partes invariables de la oración gramatical, por su riqueza de matices, tienen gran Importancia en el hebreo y deben tomarse en consideración.



La sintaxis es comparativamente simple. El orden normal en las frases es el siguiente: predicado, sujeto, complemento y palabras especificativas, Puede, sin embargo variar la colocación de sujeto y predicado, poniéndose en primer lugar el que deba tener mayor énfasis. Las frases son generalmente simples y breves, y aun las frases compuestas resultan claras. No existen periodos largos estructurados mediante una construcción complicada. Un buen ejemplo es el capítulo 1 de Génesis. Dejando a un lado las dificultades que en otros aspectos pueda entrañar este texto, su estructura gramatical no puede ser más simple. Teniendo en cuenta los rasgos distintivos del hebreo, es evidente que esta lengua constituía el medio más adecuado para comunicar de modo sencillo los grandes hechos de Dios y su mensaje registrados en el Antiguo Testamento.



El idioma griego, como es bien sabido, en especial en el griego del Nuevo Testamento no es el de la literatura clásica, sino el koiné o dialecto común, hablado desde los tiempos de Alejandro Magno (siglo IV a. de C.) hasta los de Justiniano (siglo VI d. de C.) aproximadamente. Era la lengua del pueblo y se usaba en todo el mundo mediterráneo. Aunque seguían hablándose las lenguas vernáculas en las diferentes regiones, el koiné era el único medio de comunicación entre todas ellas; venía a ser como un puente entre las diferentes islas lingüísticas.



Desprovisto de las sutilezas y convencionalismos literarios del griego clásico, el koiné era una lengua viva, vigorosa, con el sabor de la vida cotidiana. Se distingue por un estilo claro, natural, realista, a menudo vehemente, que facilita la identificación del oyente o lector con lo que se dice. Por tal motivo suele usarse el presente histórico en las narraciones, el superlativo con preferencia al comparativo y el lenguaje directo más que el indirecto. Los elementos enfáticos abundan. Así puede observarse que a menudo se usan pronombres como sujetos de verbos que no los necesitan. Hace uso de pocas conjunciones. La más frecuente es kai (y); pero ésta abunda, lo que hace que las cláusulas coordinadas excedan con mucho a las subordinadas. En este aspecto se asemeja al hebreo. Todo ello hace del koiné un idioma de fácil comprensión. Por eso tiene aplicación también a esta lengua lo que dijimos respecto al hebreo. De modo providencial se convertía en vehículo sumamente apropiado para hacer llegar al mundo con claridad el mensaje del Evangelio.



En el koiné del Nuevo Testamento conviene, sin embargo, tener en cuenta el substrato hebraico-aramea-cristiano que contiene. Hay en el texto neo-testamentario palabras hebreas o arameas que se han transcrito literalmente al griego. Por ejemplo, Abba, padre (Mr. 14:36; Ro.8:15); hosanna, salva ahora (Jn. 12:13); sfkera, bebida alcohólica (Lc.1:15); Satán (2 Co. 12:7)…


En otros casos, términos griegos expresan conceptos hebreos, lo que debe tenerse muy presente en el momento de traducir o interpretar ciertos pasajes. Puede servimos de orientación el vocablo rema. Los escritores griegos lo habían usado para significar«palabra» o expresión oral. Pero en la Septuaginta se emplea para traducir el término hebreo dabar, que tenía un doble significado: palabra y asunto o acontecimiento: este último es el que predomina.En este sentido se usa en Le. 2:15: «Veamos esto que (to-rematouto ha sucedido.» Algunas formas de expresión también son derivadas del hebreo: «buscar la vida» de alguien (Mat. 2:20; Rom. 11:3); «aceptar la persona», en el sentido de mostrar parcialidad (Le. 20:21; Gál., 2:6) o «poner en el corazón» (Le, 1:66; 21:14; Hch. 5:4).



Así mismo siguen la pauta hebrea algunas formas de construcción gramatical. Especial mención merece también el hecho de que no pocas palabras griegas reciben en el Nuevo Testamento un nuevo significado. Así parakaleó, que originalmente significaba «llamar» o «convocar», en el Nuevo Testamento expresa también las ideas de suplicar, consolar, alentar, fortalecer. La palabra eiréné, como expresión de estado opuesto al de guerra, es elevada por la vía del concepto hebreo (bienestar en su sentido más amplio) hasta las alturas del bienestar supremo alcanzado en la nueva relación que el hombre puede tener con Dios por la obra mediadora de Cristo y mediante la fe. Como hizo notar F. Bleek, «habría sido imposible dar expresión a todos los conceptos e ideas cristianas del Nuevo Testamento si los escritores se hubiesen limitado estrictamente a usar las palabras y frases comunes entre los griegos con los significados que normalmente tenían. Estas ideas cristianas eran totalmente desconocidas para los griegos, por lo que no habían formado frases adecuadas que pudieran darles expresión»," Este hecho hace necesario que el intérprete del Nuevo Testamento esté en condiciones de conocer no sólo el significado original o corriente del léxico griego, sino también los nuevos matices adquiridos por muchas palabras como herencia del pensamiento hebreo y por imperativo de los nuevos conceptos surgidos con el cristianismo.


Lo expuesto sobre la importancia del dominio de las lenguas originales tiene especial aplicación a los especialistas en exégesis. Evidentemente son muchos los estudiantes, pastores y predicadores ocupados en la exposición de la Escritura que nunca llegan a alcanzar tal conocimiento. Pero no por eso deben renunciar al trabajo necesario para aproximarse tanto como les sea posible al texto original y a las peculiaridades lingüísticas que inciden en la determinación de su significado. En la actualidad existen diccionarios, concordancias" y comentarios exegéticos que, usados con discernimiento, pueden ayudar a conseguir resultados muy satisfactorios.